La asesina en serie que mató a sus tres maridos, a sus cinco hijas y a decenas de personas antes de esfumarse para siempre

La asesina en serie que mató a sus tres maridos, a sus cinco hijas y a decenas de personas antes de esfumarse para siempre

Belle Gunness junto a sus tres hijas adoptivas Jennie, Myrtle y Lucy. Según los primeros peritajes, ninguna pudo sobrevivir al voraz incendio de su casa

 

Demoraron años en descubrir que era una asesina serial sin escrúpulos, pero ya era tarde: Belle Gunness había desaparecido de la faz de la tierra y nadie puso saber a ciencia cierta si había muerto en el incendio que devoró su granja y consumió a sus tres hijos o si los mató ella misma y fraguó su muerte usando el cadáver decapitado de otra mujer.

Por infobae.com

Así comenzó el misterio nunca resuelto del destino de la mujer que nació en Noruega con el nombre de Brynhild Paulsdatter Størseth y que quedó registrada en la historia criminal de los Estados Unidos como Hell’s Belle (Belle del infierno), Lady Bluebeard (la señora Barbazul) y también simplemente como como la “Viuda Negra”, por su costumbre de asesinar a maridos, amantes e, incluso, a sus propios hijos para cobrar seguros de vida.

Nunca se supo con exactitud cuántas fueron sus víctimas, pero se calcula que en su carrera criminal -entre fines del siglo XIX y principios del XX- presumiblemente mató a sus cinco hijos biológicos y a su hija adoptiva, así como a sus dos maridos, a una o tal vez a dos hijas de su segundo esposo, a varios pretendientes, y a una treintena de obreros agrícolas que trabajaban en su granja.

Su vida, sus crímenes, su habilidad para eludir a la justicia y la escena -real o ingeniosamente montada- de su muerte dieron lugar a relatos que la convirtieron en una leyenda donde realidad y ficción se mezclaron hasta confundirse, pero no a dilucidar con exactitud cómo cometió las decenas de homicidios que la llevaron a ser una de las asesinas más famosas del mundo.

Después de su incierta muerte, ocurrida o no en 1908, durante décadas hubo personas que dijeron haberla visto en San Francisco, en Chicago, en Los Ángeles o en Nueva York, pero nunca se la identificó con certeza. En cuanto al cuerpo decapitado y calcinado en la granja, jamás se supo si le pertenecía o no.

De Noruega a los Estados Unidos

Brynhild Paulsdatter Størseth nació pobre en un pequeño pueblo de pescadores de la costa oeste de Noruega un día incierto de 1859. De chica supo que ni la pobreza ni el frío nórdico eran lo suyo y que para llevar la vida que soñaba -con buen clima y dinero- debía irse de ahí para probar suerte en otro lugar.

Tenía 24 años cuando pudo embarcarse para cruzar el Atlántico, llegar a los Estados Unidos, y recalar en Chicago con sólo sus atractivos y su ambición a cuestas.

Corría 1883 cuando conoció a su primer marido, Mads Sorenson, un hombre conservador, deseoso de formar una familia, un deseo que cumplió con Belle adoptando a tres huérfanas llamadas Jennie, Myrtle y Lucy.

Los testimonios de los vecinos coinciden en que parecían formar una familia feliz, a pesar de que a la tienda de Mads no le iba muy bien, por no decir que daba continuas pérdidas. Ese saldo en rojo, sin embargo, se solucionó de la noche a la mañana cuando un feroz incendio devoró el negocio y también la casa en que vivía la familia.

Esa vez no murió nadie y las pérdidas se convirtieron en ganancias cuando Mads y Belle cobraron el seguro que oportunamente habían contratado por el negocio y la vivienda.

Pero la muerte no demoraría en golpear a la puerta de la nueva casa de la familia Sorenson. A principios de 1890, Mads murió de repente, cuando nada permitía preverlo porque era un hombre con salud de hierro.

El certificado de defunción decía que la causa era un infarto de miocardio. Con ese documento, Belle se presentó en dos compañías de seguros, para obrar otras tantas pólizas que tenían como beneficiaria a la inconsolable viuda por un total de 8.000 dólares, una verdadera fortuna para la época.

Segundo marido en Indiana

Con ese dinero, más el de la venta de la casa y el remanente que le quedaba del seguro por el incendio, Belle tomó a sus tres hijas adoptivas y se trasladó a Indiana, con el proyecto de instalar una granja.

Encontró un lugar ideal, a muy bajo precio. Se trataba de una ubicada en las afueras, con una buena extensión de campo que hasta no hacía mucho había funcionado como prostíbulo. Al morir la madama y dueña del establecimiento, nadie había querido comprarlo debido a su mala fama, pero Belle vio en eso una oportunidad.

La mujer y sus hijas fueron muy bien recibidas por los vecinos. Vieron en esa familia y su emprendimiento campestre, una oportunidad para borrar el pasado vergonzante del lugar gracias al emprendimiento productivo que se iniciaba y que, además, generaría trabajo.

En Indiana, Belle también conoció a un viudo con dos hijas llamado Peter Gunness, con quien se casó pocos meses después. Gunness -de quien Berta adoptó el apellido para no dejarlo nunca- se mudó con sus hijas a la granja, donde conformaron una gran familia con cinco hijas compartidas.

Pero ese clima idílico pronto se vio ensombrecido por una desgracia: no llevaban más de dos meses de convivencia cuando la hija menor de Peter falleció por causas misteriosas. Y esa no fue la única muerte, porque antes de cumplir el año de casados, Peter también falleció.

Según el testimonio de Jenny -la hija mayor de Belle-, cuando estaba trajinando en la cocina escuchó un grito desgarrador de su madre en una de las habitaciones superiores de la casa. Subió las escaleras corriendo y encontró a su madre tapándose la cara con las dos manos y al bueno de su padrastro desparramado en el piso, con un charco de sangre alrededor de la cabeza rota. Su madre le dijo que la enorme picadora de carne que utilizaban en la granja se había caído y golpeado a Peter en el cráneo.

Aunque el caso no estaba muy claro y el relato de la adolescente Jenny -casi calcado del de su madre- tenía ciertos puntos oscuros, la muerte quedó catalogada como un accidente.

Unos días después, Belle cobró el seguro de vida que Peter había contratado a su favor apenas unas semanas antes.

Eso hizo que la policía volviera sobre el caso e interrogara a Belle, que repitió su versión. Cuando el sheriff quiso hablar con Jenny, la madre le dijo que ya no vivía con ella, que estaba estudiando en un colegio de San Francisco.

A Jenny nunca se la volvió a ver. No regresó a la granja ni se encontraron tampoco registros de su paso por el colegio.

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