Momento mágico: por qué el eclipse total del sol está generando tanta fascinación y asombro en EEUU

Momento mágico: por qué el eclipse total del sol está generando tanta fascinación y asombro en EEUU

El amanecer hoy en las cataratas del Niágara, que se prepara para ver el eclipse
ADAM GRAY – GETTY IMAGES NORTH AMERICA

 

Cuando vio el sol, algo dentro de Julie McKelvey cambió.

Por La Nación





En ese momento Julie estaba colgando de una cuerda en una de las laderas del Everest, a cuatro horas de la cumbre. Era una noche helada, la pared tenía 60° de inclinación, y el oxígeno era tenue, mientras ella ascendía al punto más alto del planeta. En esa oscuridad, Julie quedó sobrecogida por el poder de la montaña. Se concentró en poner el pie y la mano en el lugar exacto, junto a sus compañeros escaladores.

Y entonces, por el rabillo del ojo, hacia la derecha, vio el destelló anaranjado.

“Y de pronto veo ese amanecer que no olvidaré en toda mi vida”, reflexiona Julie. “Los colores, primero solo rojo, y luego anaranjado, y a continuación amarillo, y después el azul que aparece. Fue increíblemente espiritual para mí, y tan hermoso…”

Julie es madre, es ejecutiva de una empresa en el centro de Pensilvania, y busca las palabras que logren captar la emoción de ese momento. Se sentía totalmente conectada con algo mucho más grande que ella misma, algo que sentía que la amaba.

“Todo fue muy impresionante. Im-pre-sio-nan-te”.

Hoy millones de personas esperan vivir su propia experiencia de asombro: un eclipse total de sol se extenderá por América del Norte, desde Mazatlán, México, pasando por Indiana y hasta Terranova. Más de 30 millones de personas viven en el camino de esa totalidad, donde durante unos minutos la luna bloqueará por completo el sol y la oscuridad se engullirá la luz del día. Detrás de la luna brillará un halo blanco: la corona del sol.

Detrás del apuro por comprar anteojos para eclipses, proteger los ojos y comprobar si hay nubes que entorpezcan la visión, cobra forma una experiencia humana más profunda. El eclipse aprovecha una emoción primaria y para muchos evoca una especie de momento místico y de asombro infantil, a medida que la conciencia de lo celestial cubre la Tierra. Es un recordatorio para todos, el mismo día, de que la vida puede ser mágica.

Para un mundo surcado por todo tipo de divisiones, el eclipse y el asombro que inspira nos regalan un momento de unidad, aunque sea breve. Es un recordatorio de la experiencia colectiva de estar vivo, de la danza entre la espiritualidad y la ciencia, el puro asombro de ser parte de la historia grande de las cosas.

“Los fenómenos astronómicos probablemente hayan sido una fuente de asombro y sobrecogimiento desde que el Homo sapiens pudo mantenerse erguido y mirar el cielo nocturno”, apunta Priyamvada Natarajan, profesor de astronomía en la Universidad de Yale. “En estos tiempos realmente turbulentos, estas experiencias de maravilla colectiva pueden ser extremadamente útiles para mostrarnos cómo trascender el ruido y el caos cotidiano de nuestra vida y de la vida de los países.”

En la antigüedad, las comunidades de la India creían que el eclipse era un demonio que se tragaba el sol, señala Natarajan. Pero ahora un eclipse es una oportunidad para rendir homenaje al poder explicativo de la ciencia. Y en la sociedad secular moderna, nos dan un sentido de pertenencia, un momento colectivo, como la expresión religiosa de la oración o el agradecimiento.

“Nos interroga sobre la trascendencia”, dice Natarajan.

Hasta la NASA, en su frío análisis científico del momento a momento del eclipse, insta a la gente “a tomarse un momento para observar a las personas que nos rodean, muchas de las cuales tienen una respuesta emocional profunda cuando el sol desaparece por completo”.

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